Para los practicantes del Antiguo Arte, son nuestros hermanos, hijos directos de la Madre Naturaleza, los consideramos polifacéticos como ella, en ocasiones bromistas, en otras vengativos, amigables, condescendientes, domésticos o letales, según su estado de ánimo o las relaciones que establezcan con los humanos.
Los conocemos como habitantes del territorio y les llamamos amorosamente “gente menuda” o “buenos vecinos”. En cuanto a su apariencia esta puede variar desde la talla de un hombre adulto hasta una estatura tan pequeña que les permite ocultarse detrás de un hongo o debajo de una hoja seca.
Ellos no están sujetos a las leyes materiales que rigen nuestra propia existencia, por lo que pueden materializarse o desmaterializarse a voluntad, lo que hace aún más difícil estar seguros de lo que nos muestran nuestros ojos. Desafortunadamente, el progreso tecnológico y la explosiva expansión de la raza humana, con sus ciudades ruidosas y la polución de sus ríos y mares, ha hecho que estas criaturas imprevisibles, pero íntimamente relacionadas con la Naturaleza, se fueran retrotrayendo del contacto humano, y hoy sólo es posible encontrarlas en lugares incontaminados, como praderas apartadas, grutas y cavernas poco frecuentadas y algunos bosques que aún no han sido hollados por pies humanos.
Muchos otros deciden adoptar a una familia humana y vivir en su casa, en cuyo caso resultan sumamente útiles y serviciales, mientras se los retribuya adecuadamente, aunque no son demasiado pretenciosos, y se conforman con un plato de crema o de leche y una hogaza de pan fresco cada noche pero la mayoría de ellos prefiere vivir en lugares apartados, lejos de la gente, por lo general en pantanos inaccesibles, bosques impenetrables o cuevas y minas abandonadas, en especial donde existen yacimientos de metales o piedras preciosas, otros adaptan sus necesidades al lugar elegido, que puede ser un nido de pájaro abandonado, una madriguera deshabitada o, simplemente, un confortable hueco suficientemente espacioso entre las raíces de un árbol añoso.
Sabemos que un duende se ha instalado en nuestra casa, al percibir que se empiezan a perder cosas pequeñas y que estas aparecen en lugares insospechados, todo esto suele suceder sin que ningún miembro de la familia llegue a verlo, ni a escucharlo, la familia deberá entonces, prestar atención a estos signos y empezar á dejar esos pequeños presentes de comida y bebida, e invitar con otros regalos, con la esperanza que, en lugar de comenzar a realizar travesuras, el duende decida ayudar con las tareas de la casa.
Muy a pesar de que algunas familias aceptamos convivir con duendes también es cierto que otras temen a estos y prefieren que abandonen la casa, llevando a cabo métodos que pueden ser ofensivos para estos seres feéricos, los cuales se tornaran repentinamente en espíritus maléficos por este error humano o por lo que ellos consideran una ofensa hacia sus derechos adquiridos, entonces proceden a realizar actos como enmarañar o anudar el cabello de los habitantes de la casa cuando duermen, puede que también absorban sus energías, o absorban la esencia de los alimentos que se tengan en casa, dejándolos sin ningún valor nutritivo y haciendo con ello que los dueños de la casa enfermen por mala alimentación.
La solucion mas rapida para desterrarlos será colocar clavos oxidados en sitios estratégicos de la casa, colgar herraduras de hierro sobre marcos de la puerta y ventanas actuarán como protección.
Ciertas plantas también proporcionan protección contra los encantamientos feéricos, la más poderosa es tener una planta de trébol de 4 hojas colgado en la puerta de la casa, o hacernos una enramà de hierba de San Juan, margaritas silvestres y manzanilla, esto les ahuyentará de forma inmediata.
Diversidad de duendes y espíritus elementales hay repartidos por todo el mundo,(de ellos os hablare en otro post) lo que mas en común tienen es que les encanta divertirse y robar Whisky…cuida de tus botellas!
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Credito de las ilustraciones: spiderwick.fandom.com
