La Mujer que camina hacia su curación

Los nuevos tiempos nos enseñan en que muchas cosas no pueden ser científicas porque la ciencia no las estudia, prescinden de ellas porque no pueden obtener patentes y con ello ganar dinero, por ello muchas cosas seguirán siempre sin ser científicas…
La sabiduría tradicional femenina mantenida durante milenios esta comprobada por aquellas que la han experimentado por ello no necesitan que la ciencia las certifique, ellas mismas la certifican con sus popias experiencias y pruebas en sus mejoras tanto físicas como espirituales a la vista de todos.
Para poder entender nuestra historia hay que escudriñar en nuestro pasado, en aquellas que nos precedieron y que a falta de las cosas que mantenemos en estos nuevos tiempos carecían, pero que en sus tiempos fueron efectivas y su efectividad se mantiene activa gracias a las herederas de formulas ancestrales que en la actualidad practicamos y damos como legado a los demás sin esperar nada, solo la evolución del mismo hombre a nivel mental y espiritual.
La inexistencia de escrituras de estos conocimientos no exime a la enseñanza oral transmitida a seguir siendo divulgada ya queda en cada ser el descubrirla y practicarla si así lo desea.


RETOMANDO EL MATRIARCADO.
A favor del matriarcado hablan los hallazgos de tiempos remotos, los periodos paleolíticos transcurridos entre 35.000 a 10.000 años, ademas de figuras animales encontradas también se encuentran pinturas de figuras y esculturas femeninas como la Venus de Willendorf, y entre mas hallazgos hay anteriores a ella mas aparecen figuras con marcados atributos femeninos como caderas salientes, vientre abultado, nalgas amplias y pechos de grandes dimensiones, evidencia de veneración a la mujer como donante de vida, la figura masculina y sin intención de menospreciar en esos tiempos tenían un papel bastante escaso ya que casi nulas son sus representaciones halladas, lo que nos indica que se encontraban en una posición irremediablemente inferior a las importantes áreas femeninas. Ellos empezaron su “estatus” mucho mas tarde por allá en la edad de piedra cuando la caza paso a un primer plano y la captura del fuego y su domesticación en las cuevas, este le dio el poder de que quedara en sus manos la protección de la familia y la estirpe, ya que al no estar ligados a los procesos cíclicos como las mujeres antes de esto, disponían de una escasa capacidad de imposición social, las mujeres tenían su ciclo siguiendo el ritmo de la luna con ello vivían, sentían en sintonia inimaginable para el hombre, el fuego fue para ellos el elemento masculino que les encumbro, ya que esta luz “artificial” hizo perder a todas las mujeres su sintonia con el ritmo lunar y de este modo pudo romper con gran facilidad la conexión entre ellas, las hizo perder su preponderancia natural y empezó el comienzo del fin matriarcal, por el interés impuesto de una comodidad lumínica puesta en escena artificialmente.


Los cambios no se hicieron esperar y las figuras femeninas que representan poderosas divinidades matriarcales empezaron a ser convertidas y/o sustituidas por figuras masculinas, que en por muchos esfuerzos hechos no han podido ser suprimidas nunca del todo por las religiones patriarcales, La gran madre sigue con fuerza su camino y empoderando el camino que nunca debió dejar de ser, la mujer a la cabeza, con sus ritmos, sus ciclos, sus lunas y el poder de dar vida, encabezando y organizando a su tribu acompañada o no de su polo opuesto pero complementario: El Hombre.

Publicado por Eletria by Victoria Fernandez

Mujer Medicina Tradicional Indígena y Cetera del Pueblo Zenù-Colombia.

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